Estirar un poquito la verdad y arreglar los hechos son debilidades comunes entre la gente. Sin embargo, esa no debe ser la manera en que los cristianos hacen las cosas. La deshonestidad es especialmente dañina cuando ocurre entre los creyentes, “porque somos miembros los unos de los otros”. Engañar a un hermano en Cristo es verdaderamente hacernos daño a nosotros mismos, porque así como en el cuerpo humano todos los miembros funcionan en conjunto para el bien común, así es también en la iglesia.
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